Este trastorno fue descripto por primera vez en el año 1993 por el Dr.Pope (psiquiatra norteamericano), quien en principio denominó a este cuadro como "anorexia invertida", ya que quienes la padecen están obsesionados por la apariencia, pero -a diferencia de la anorexia- su obsesión es la de ganar masa muscular.
Como la anorexia y la bulimia, la vigorexia se encuadra en un grupo de trastornos denominados dismorfofias corporales. Quienes padecen alguno de estos trastornos experimentan una distorsión de su imagen corporal. En este caso, el sentimiento de debilidad y de cuerpo en baja forma lleva a los pacientes a practicar un entrenamiento físico extremo (de hasta seis horas al día), a menudo complementado con la ingesta de hormonas o anabolizantes esteroides.La mayoría de quienes padecen este trastorno son hombres jóvenes (entre 17 y35 años), quienes ponen especial atención a
sus dietas (la mayoría de las veces obtenidas en el gimnasio, revistas de fisicoculturismo o bajadas de internet), caracterizadas por ser bajas en grasas y ricas en hidratos de carbono y proteínas; consumen barras fortificantes de todo tipo, licuados especiales, huevos crudos, mucha carne y leche. Gran parte las complementa con sustancias anabólicas utilizadas para ganar masa muscular.
Algunas características:
- Fisonomía romboidal. Tiene la cabeza muy pequeña en relación con el cuerpo voluminoso, con una desproporción muy marcada entre las partes.
- Pérdida de la realidad en la percepción de la imagen corporal y obsesión por ella (percibirse como escuálidos, aunque se observe todo lo contrario; mirarse todo el día en el espejo, especialmente durante las sesiones de entrenamiento; compararse con otras personas que hacen físicoculturismo).
- Conducta de tipo adictiva. El gimnasio pasa a ser el segundo hogar. Sentimientos de depresión, ansiedad, culpa y mal humor cuando no se puede ejercitar (debido al incremento de endorfinas). Baja autoestima, aislamiento social, problemas laborales o personales derivados.
- Modificación de la dieta. Con ingestas excesivas de proteínas e hidratos de carbono y tendencia a la automedicación: anabólicos, testosterona, esteroides, aminoácidos. Alteraciones nutricionales, metabólicas, androgenización, deformaciones óseas y problemas articulares por hipertrofia y sobreesfuerzo.
- La edad de los afectados. Oscila entre los 17 y los 35 años, y pertenecen a la clase media o media-alta.
- Baja autoestima, dificultad para integrarse, introversión y distorsión de su imagen corporal.
- Aislamiento social, el deterioro de las relaciones sociales
- Problemas en el trabajo.
- Desproporción entre diferentes partes del cuerpo (la cabeza respecto al resto del cuerpo, sobre todo). Desgarros y esguinces por sobrecarga en el gimnasio.
- Acné
- Problemas cardiovasculares
- Falta de agilidad y acortamiento de músculos
- Disfunciones hepáticas
- Atrofia testicular, disminución de la formación de espermatozoides y retención de líquidos, y
- Masculinización e irregularidades del ciclo menstrual en las mujeres.
Existe un tratamiento para este tipo de perturbación, pero el principal obstáculo radica en que la inmensa mayoría de quienes lo padecen no se considera enferma ni busca ayuda especializada.
Para los que sí lo hacen, hay terapias de comportamiento y fármacos que pueden ayudar a revertir la obsesión y la compulsión. El enfoque se basa en modificar la conducta, por ejemplo, cambiando gradualmente el programa de ejercicios a una rutina razonable, para disminuir el entusiasmo y la ansiedad por la práctica deportiva intensa, hasta lograr interesarse por otras actividades; así se logra ir suprimiendo las compulsiones, como la necesidad de pesarse varias veces al día. El objetivo es dejar de vivir obsesionados por cómo el otro ve el cuerpo y modificar la perspectiva distorsionada sobre la autoimagen.
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