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jueves

Sexo y obesidad

La obesidad origina numerosos inconvenientes en la vida sexual de hombres y mujeres, incluidos problemas de infertilidad

La obesidad disminuye la libido y contribuye a sufrir de deseo sexual inhibido.  Más allá de lo que la imagen física pueda expresar, los complejos o inseguridades, los factores químicos que interrumpen el sexo son los más importantes de considerar.
La química de la falta de deseo
No es sólo una cuestión de imagen: más allá de que la persona obesa sienta vergüenza de mostrar su cuerpo, tenga complejos o esté insegura; hay factores químicos que influyen en el deseo. La grasa entorpece la circulación sanguínea y produce problemas hormonales como la baja producción de testosterona
El exceso de grasa afecta en la producción de hormonas responsables de despertar ese instinto sexual que ha asegurado la supervivencia de la raza humana. La testosterona es la responsable del desempeño sexual tanto masculino como femenino.
Una hormona llamada DHEA es la encargada de controlar el estrógeno y la testosterona: si una persona tiene un sobrepeso considerable, su DEHA hará más estrógeno y menos testosterona. En otras palabras, la grasa hará que tenga menos hormonas de las que producen deseo y más de las que traen aparejada una falta absoluta de ganas de entrar en contacto corporal con otras personas. 
El sobrepeso impacta sobre la libido por una cuestión hormonal, pero también por otros factores, por ejemplo altos niveles de estrés. 

Debido al aumento de la masa corporal y los tejidos que el corazón debe oxigenar, las personas obesas tienen que enfrentar la hipertensión como una complicación que desarrollan y que aumenta el compromiso cardiovascular. Por ende, la vitalidad disminuye lo cual termina por ocasionar una baja de la resistencia y el vigor que mantiene activo al hombre durante sus relaciones sexuales.
Aunado a estas causas orgánicas, los cambios que surgen en la motivación sexual ocurren debido a una significativa disminución que se observa en la libido y, por ende, a la forma cómo se sustituye el deseo sexual por el placer de comer compulsivamente.
 
  
Obesidad y fertilidad
La obesidad también conlleva trastornos de ovulación y alteraciones importantes en el sistema endocrino asociado a la reproducción. Muchas pacientes con problemas serios de sobrepeso sufren alteraciones en su ciclo menstrual: no ovulan, no tienen menstruación o ésta es irregular. Todo ello genera, a su vez, problemas de infertilidad. También se relaciona el síndrome del ovario poliquístico con el binomio obesidad e infertilidad.
Este trastorno implica anovulación (falta de ovulación) o disminución de la ovulación, ovarios con multitud de quistes, niveles desequilibrados de andrógenos (hormonas sexuales masculinas) y, en un 50% de las afectadas, obesidad. Por este motivo, los especialistas, ante situaciones de infertilidad asociada a obesidad, insisten en adoptar medidas para los kilos de más antes de intentar quedar embarazadas, sobre todo ante casos mórbidos o premórbidos, cuando la relación del índice masa corporal supera la cifra de 35.
También en las mujeres obesas el exceso de grasa corporal impide la exploración correcta de las mamas y, según los especialistas, podría ser que una pequeña tumoración pudiera pasar inadvertida hasta que fuera un poco mayor.

COMPLICACIONES FÍSICAS
Disminución de la flexibilidad.
Fatiga frente al esfuerzo, respiración agitada, taquicardia.
Volumen de grasa corporal que impide el contacto genital.
Dificultad anatómica para posturas sexuales.

COMPLICACIONES PSICOLÓGICAS
Sentimiento de inferioridad.
Depresión.
Descuido general. Falta de interés en cuidarse y acicalarse, dificultad para encontrar la ropa adecuada.
Inhibiciones. Los obesos casi siempre tienen vergüenza de mostrarse porque se sienten menos atractivos.
Aparición de una sensación de rechazo (real o imaginario) por parte del otro.
En general la obesidad puede representar una doble problemática: desde el punto de vista de la salud y de la estética.

Algunas mujeres evitan los encuentros eróticos para "que no las vean así", y de tal manera ocultan su cuerpo, no deseando que los compañeros las observen desnudas; también hay mujeres en quienes la "gordura" es un mecanismo de defensa para evitar los encuentros afectivos y eróticos: "como estoy gordita no puedo entablar un vínculo", cuando la dificultad es previa al sobrepeso.
O sea que las relaciones sexuales se dificultan por vía indirecta:
Baja autoestima, rechazo a su propio cuerpo y al compañero, sentimientos de desvalorización ("sé que a él no le gusta más mi cuerpo", suelen decir), lo que muchas veces se trasunta en una disminución de la libido y un deseo sexual inhibido. En el varón no incide tanto  lo estético pero sí en la mayor prevalencia de enfermedades cardiovasculares, debido a que carece de la protección estrogénica propia de la mujer y, por otro lado, a los factores socioculturales que pesan sobre ellos.
La obesidad es una de las causas que oponen una mayor resistencia al corazón y a las arterias constituyendo un factor de riesgo para la hipertrofia cardíaca, las enfermedades coronarias, la disfunción sexual y la hipertensión arterial. Nuestro aparato cardiovascular está diseñado para una determinada superficie y peso. Cuando estos se hacen mayores a un 20% (lo que constituye la obesidad franca) le ofrecen una pared por delante y el corazón se esfuerza. Respecto al peligro en las relaciones sexuales el consenso es más o menos claro: una persona con varios factores de riesgo cardiovascular puede padecer un episodio desagradable si, p.ej., al subir dos pisos por escalera a paso rápido (esfuerzo similar al de un coito) presenta dolor en el pecho o fuerte fatiga (sensación de falta de aire marcada). Ahora, si este obeso puede hacer ese esfuerzo o más (algunos hacen danzas, gimnasia aeróbica, fútbol, tenis) sin síntomas, no habría este tipo de problemas con las relaciones sexuales.
Obviamente que si aparecen palpitaciones o le sube la presión arterial (detectado a veces por fuertes dolores de cabeza ubicados generalmente en la nuca) debería suspender el acto.

Considerando los factores anteriormente expuestos, la experiencia sexual de muchas personas obesas se acerca más a un acto extenuante y lleno de culpa, que placentero; y progresivamente se tiende a evitar la intimidad o se exige mantener relaciones sexuales “en la oscuridad” con el fin de ocultar el cuerpo, entre otras conductas frecuentes. Sin embargo, todo esto que parece irreversible puede ser modificado positivamente. La importancia del peso corporal en relación a las actividades en general y a las actitudes sexuales en particular, es una de las razones por las que debe considerarse la posibilidad de su tratamiento terapéutico complementario en los planes de adelgazamiento.
De esta forma, quienes tienen una sexualidad perturbada podrán realizar un trabajo tendiente a mejorar la imagen del propio cuerpo a medida que adelgazan, algo fundamental dado que la meta no es sólo la pérdida de kilos, sino ante todo la necesidad de mejorar la calidad de vida.

 

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