Fuente: consumer.es
- Comer más alimentos frescos, que contienen menos sodio.
- Reducir el uso de la sal al cocinar y dejar que cada comensal agregue la cantidad que desee en los platos individuales, como las ensaladas.
- Sazonar con especias y hierbas aromáticas ayuda a reducir de forma paulatina la adición de sal a los platos.
- Cocinar los alimentos al vapor: al no haber un medio con el que el alimento entra en contacto, no hay cesión de sustancias y se conserva mejor el contenido natural del sodio del alimento.
- La sal oculta de los alimentos elaborados es la más difícil de rehuir. Conviene reducir la ingesta de productos procesados, y en su caso, escoger los elaborados con menos sal o sodio (ver y comprobar la información de la etiqueta nutricional).
- La sal marina, por su sabor más fuerte, permite emplear menos cantidad para dar sabor a las comidas.
- Sustituir la sal por una de bajo contenido en sodio: aporta la mitad de sodio que la sal común.
Ideas para no pasarse con la sal en la cocina
Alrededor de un 10% del sodio que consumimos está presente en los
propios alimentos. Otro 75% se agrega durante el proceso de elaboración
-sobre todo en productos precocinados-,
y es en la elaboración de los platos en casa donde se suele añadir un
15% más. La organización en la cocina es fundamental para no cometer
errores ni tener que desalar los platos una vez que se han cocinado.
Algunos consejos prácticos para evitar sorpresas en la mesa son:
- En los cocidos, no conviene salar ni probar el punto de sal hasta el final.
- El reposo de los guisos aumenta la concentración de los sabores. Es preferible pecar de soso y rectificar en el último momento.
- El frío potencia este proceso. Si dejamos el guiso de un día para otro en la nevera, el sabor del plato se concentra aún más. Preparados como el ragú de ternera, los calamares en su tinta o los caracoles con salsa mejoran con el reposo en la nevera. Por ello debemos dejarlos un poco sosos para añadir el punto de sal cuando los volvamos a regenerar.
- Si queremos alimentos jugosos -sobre todo en las piezas pequeñas, como filetes de pescado, pechugas de aves o carnes nobles- cocinados en la plancha, sazonamos al final.
- Si buscamos que los aromas penetren en el alimento, sin importar perder unos pocos jugos, hay que sazonar al principio.
- Para los guisos de larga cocción, sazonamos ligeramente al principio para que las fibras se rompan y haya un intercambio de jugos y aromas entre el alimento que se cocina y el medio donde se prepara. No se añade más sal hasta el final.
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