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martes

Comer en la calle

Panchos y choripanes a la cabeza, son gustos que pueden costar caros a la salud cuando son de venta callejera, en general muy alejada de los controles de higiene.
Por: Yamila Meneses
En la ciudad de Buenos Aires funcionan 6.250 puestos que representan un 2-3% de los 250.000 puestos de ventas de alimentos, y sólo hay 40 carritos que tienen una habilitación otorgada por el gobierno porteño. Los puestos venden panchos, hamburguesas, garrapiñadas, choripán, morcipán,
parrillada, sándwiches, frutas, verduras, legumbres, algodón de azúcar, golosinas y hasta locro. Esta presencia, ya convertida en parte del paisaje de la Ciudad, renueva algunas preguntas que trataremos de responder aquí:
No sólo desde la venta ilegal, sino también desde la ocupación indebida del espacio público, es un problema el comercio de alimentos de los que no se tiene certeza que cumplan las Buenas Prácticas de Manufactura.
Dentro de los problemas más importantes que tenemos con ellos es que no se puede ver una fuente de agua potable, hay falta de higiene, y muy importante: faltan equipos que permitan mantener la cadena de frío.
Por eso, no tendríamos que comer en puestos de panchos por: la falta higiene de esos lugares, de sus utensilios y, entre otras cosas, de las manos del empleado que con la misma mano que vende el pancho, cobra el dinero.
Además, las salchichas pueden permanecer horas dentro del agua sin circulación, acumulándose una capa de grasa en su superficie. Muchas llegan a reventarse (ruptura de la tripa) y las bacterias que se van generando en esa suerte de “caldo de salchichas” ingresan al alimento. Si tenemos un sistema inmunológico deficiente, corremos el riesgo de contraer enfermedades.
Además, los paquetes de salchichas se mantienen en conservadoras con hielo que se derrite debido a la exposición, y los aderezos son fraccionados, en muchos casos en recipientes con cucharas de uso público.
Se suma la falta de higiene personal en los comerciantes, los cuales no cubren su cabello con cofia o gorra y/o lo mantienen recogido, y en el caso de mujeres, atienden utilizando anillos, y uñas largas y pintadas, pudiendo contaminar con la suciedad de las uñas los alimentos que son manipulados.

Cuidado con el choripán
En la Costanera, por ejemplo, debemos observar si la parrilla donde se preparan los choripanes se encuentra limpia, o si el personal la limpia con frecuencia. Además, hay que fijarse si la persona que nos atiende tiene uniforme limpio, cabello recogido, sin anillos, pulseras; y si tiene las uñas cortas y limpias.
Además, es importante ver si quien cobra es una persona distinta de quien sirve el choripán, y si, en caso de ser la misma persona, si ésta utiliza guantes descartables y con una mano reciba dinero, y con la otra sirve el choripán en una servilleta de papel o plato de plástico. Tiene que utilizar pinzas o utensilios limpios.
Otro detalle: que en la parrilla tenga separados los chorizos cocidos de los crudos, para evitar la contaminación cruzada (es la transferencia de microorganismos de una superficie a otra). Incluso, debemos observar si los chorizos crudos se encuentran colgados de ganchos a temperatura ambiente. Es muy común que las carnes permanezcan durante horas cocidas sobre las parrillas, acumulando bacterias.
Por último, hay que constatar que los aderezos o salsas, del estilo chimichurri, no se encuentren en frascos con aspecto sucio, aceite oscurecido, dado que es peligroso para nuestra salud. No olvidemos verificar si el choripán en su interior posee color rosado claro, porque indica que no fue cocido adecuadamente, y corremos riesgos de contraer bacterias como E. Coli O157H7 y Salmonella, entre otras. 

Síntomas de intoxicación
Los síntomas que se perciben cuando estamos frente a una enfermedad transmitida por alimentos son fiebre alta, mareos, náuseas, vómitos, diarrea, calambres. Este problema afecta en especial el hígado, estómago e intestino. Incluso en organismos inmunológicamente más débiles o población de riesgo como embarazadas, ancianos, niños y bebés, pueden terminar con la muerte.
Y hay más...
Hemos conocido, por lo tanto, los peligros a los que nos exponen los puestos callejeros de panchos y choripanes. Pero nuestra ciudad tiene otros actores involucrados que son de suma importancia y que merecen una segunda parte de este artículo para ser tratados y son: los vendedores ambulantes que comercializan en los colectivos mercadería vencida, los vendedores de garrapiñadas que utilizan recipientes de cobre con azúcar quemada sin recambiar y con todo el humo del tránsito, los vendedores de tortilla y tortas fritas que comercializan en los puentes debajo de las autopistas o en las rutas, amasando sus productos con el humo y gases que despiden los vehículos, sin envasar y expuestos en parrillas con suciedad acumulada. Como ellos, hay muchos más por mostrarte para que cuides tu salud.

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