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Diciembre, el mes que pone a prueba nuestra paz interior

Tiempo de balances y de cierres, las negociaciones familiares y laborales se traducen en tensión y estrés

Por: Sebastián A. Rios
Diciembre está entre nosotros. Y mientras los locales se visten de rojo y la barba de Papá Noel asoma de casi cualquier rincón de la ciudad, quienes transitamos los últimos y trajinados días de 2012 nos dedicamos a múltiples negociaciones. Con quién y dónde pasar Nochebuena, Navidad y Año Nuevo; qué hacer con las vacaciones y dónde recalar en busca de descanso y/o diversión; cómo dar un cierre a todos los pendientes laborales, sociales y familiares que como por arte de magia se multiplican en estos días...
Estrés, ansiedad y, en no pocos casos, depresión. Ese es el resultado de todo un entramado de negociaciones que por estos días, en mayor o en menor medida, llena de tensión la mente y el cuerpo. "En estos días hay una presión psicológica por cerrar el año, que hace que mis clientes sientan que todo tiene que terminar el 31 de diciembre, cuando muchos de esos pendientes se podrían resolver mejor en enero", reconoce Pablo Aleman, abogado de 47 años.
Tiempo de balances y de cierres, las negociaciones familiares y laborales se traducen en tensión y estrés
Época de cierres, en sentido literal; pero, por sobre todo, de balances personales. "Cerrar un ciclo implica, muchas veces, hacer una evaluación del mismo. Cerrar un año implica pensar y sentir en relación con la distancia entre las expectativas y los logros, entre nuestros proyectos al comenzar el ciclo y como nuestro desempeño y el azar nos situaron en un lugar donde nos sentimos satisfechos o no", comenta la licenciada Marian Durao, especialista en psicoterapia cognitivo-conductual y sistémica del Grupo Arcis.
El problema, señala Durao, "es que si esta evaluación no es la esperada, puede suponer una carga emocional negativa que, sumada a una agenda repleta de presiones, propias del momento del año, pueden producir malestar e incrementar el estrés".
Los síntomas en los que se manifiesta toda esta carga emocional negativa son de los más variado y no han de resultar ajenos para muchos. La doctora Claudia Tavani, psiquiatra del Grupo Arcis, ensaya una lista tentativa: hipersensibilidad, angustia, indecisión, dificultad para resolver problemas de orden cotidiano, dolores de cabeza o contracturas cervicales marcadas, trastornos del sueño, problemas para mantener la atención, labilidad emocional, a veces tristeza o pensamientos recurrentes en relación con un pasado que añoran o un futuro incierto que los inquieta...
"Todo esto dificulta las relaciones interpersonales y laborales, generando una marcada disminución del disfrute cotidiano", dice Tavani.

El mandato de festejar

Como si esto no fuera suficiente, agrega la licenciada Eva Rotenberg, directora de La Escuela para Padres Multifamiliar, "quienes quieren inconscientemente negar el desánimo causado por el «balance» de fin de año que para algunos es negativo pueden depositar la ansiedad en los preparativos de las Fiestas, ¡como si «ése» fuese el gran problema!".
"El mito social relaciona la Navidad y el Año Nuevo con la alegría y la unión familiar. ¡Pero esto no siempre coincide con la realidad de las familias y las personas!", retoma esta psicoterapeuta especialista en familia, y a continuación enumera algunas de las tantas realidades que se ponen de manifiesto en los hogares en las fiestas de diciembre:
  • "Para las personas que no tienen pareja o familia, en esta época la soledad se pone más de manifiesto y suma una cuota extra".
  • "Los matrimonios divorciados, que generan conflictos porque siguen atrapados en el rencor, pueden generar conflictos de lealtades en sus hijos".
  • "Las peleas familiares en general: a quién se invita y a quién se deja afuera [«tu familia versus mi familia»] son peleas desgarradoras, inconducentes, pero que se reactivan en las fiestas de fin de año".
"En épocas como las modernas en las que los cambios externos se suman al creciente número de familias en las que la soledad, la separación, los conflictos entre familiares y amigos, los divorcios y demás restos no procesados de nuestras dificultades con los demás han dejado sus huellas, las fiestas parecen un momento en el que todo estos conflictos se reactualizan", coincide el doctor Enrique de Rosa Alabaster, psiquiatra especialista en Terapias Cognitivas.
"Esto da como resultado en muchos casos a situaciones de estrés, malestar, tristeza, melancolía y, en algunos casos, de franca depresión, que puede manifestarse claramente o, con mayor frecuencia, por medio de síntomas físicos, como insomnio, agresividad, irritación y principalmente fatiga. Síntomas que racionalizamos diciendo que «es el cansancio del año», como si no fuera un proceso continuo", agrega De Rosa.
Ese "cansancio acumulado", que claramente es cansancio, pero no sólo eso, lleva a muchas personas a una situación de desasosiego, en la que aparece con aparente claridad la necesidad de tomar decisiones que para el individuo se presentan como necesarias: dejar el trabajo, abandonar los estudios, separarse, mudarse o tomar una saludable distancia de todo aquel que con su sola presencia parece contaminar la existencia.
Ante esta sensación de "cansancio de fin de año", el doctor De Rosa propone trabajar contra cierto sentido común que por estos días nos alienta a mandar todo al diablo. "No hay que tomar grandes decisiones, si no, detenerse, trabajos como la relajación, la meditación, algún reordenamiento cognitivo como llamamos nosotros a poner algunas ideas básicas en orden, surten resultados a veces milagroso", recomienda el psiquiatra, que llama a desconfiar de las grandes soluciones.
"Buscar cosas pequeñas , aunque parezca casi vulgar, dedicarse a una época de reconciliación y perdón consigo mismo; eso permitirá hacerlo con los demás."
"Fin de año puede sentirse como una carga emocional cuando la distribución de tensiones y acumulación de factores estresantes sobrepasa los procesos de afrontamiento y adaptación", agrega la licenciada Durao, que recomienda "intentar disminuir el nivel de exigencias y conectarse con los afectos. Un ánimo conciliador basado en la aceptación de las diferencias puede ayudar a sobrellevar esta sobrecarga".
La licenciada Rotenberg, por su parte, aporta unos cuantos recursos para sobrellevar un balance de fin de año que aparenta no cumplir con todas las expectativas. "El cambio de año es una constatación que sirve para marcar qué aspectos se pueden rescatar, qué se ha aprendido, aunque sea del dolor", dice.
"Principalmente, estar feliz es una consecuencia de acciones cotidianas, no es producto de una fantasía. Reflexionar acerca de los pasos necesarios para modificar lo que ha llevado a una falta de los logros programados ya es importante", propone Rotenberg, y agrega: "Quienes se sienten sin recursos internos suficientes para lograr su autonomía y sus proyectos, si se dan cuenta de esto, en lugar de seguir proyectando castillos en el aire, ya habrán dado un paso importante para aprovechar el próximo año. Las personas de «edad media» se preguntan: «Cómo quiero seguir aprovechando mi vida?», «¿qué rumbo quiero darle?»."
"Debemos recordar que la realidad no es tan objetiva como se cree, cada uno construye en gran medida su porvenir", concluye la psicoterapeuta.
Y cada uno puede encontrar su forma personal de sobrellevar diciembre. "Cada vez que llega diciembre trato de estar preparado -cuenta Pablo Aleman-. Me mentalizo que es un mes con una demanda laboral excepcional. Por otro lado, a mí las fiestas de diciembre me encantan; ésa es la parte que no me estresa. Entonces lo que hago es tratar de disfrutarlas un montón, de salir, de estar con la gente que quiero.".

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