Es imprescindible modificar la cultura alimentaria de los chicos de manera placentera. Eso sólo será posible con la colaboración de la familia. Aquí, una guía de consejos.
Fuente: www.clarin.com
Por Mónica Katz
La familia no siempre es capaz de estimular al intercambio afectivo. No hay padres perfectos ni familias de cuentos de hadas. Pero lo cierto es que todo lo que somos y hacemos depende de la interacción con nuestros mayores. Por eso, si se percibe que nuestro estilo parental no es el adecuado, vale la pena revisarlo. No es una idea descabellada recurrir a un observador objetivo que nos ayude a analizar nuestro estilo parental y a identificar dificultades. Se trataría apenas de tolerar la herida narcisista que implica reconocer nuestras debilidades para superarlas. Alguna vez leí que “cuando A comprende que su padre tenía razón, normalmente ya tiene un hijo que cree que A está equivocado”.
Por lo pronto, aquí van algunos consejos modelados en rasgos del estilo democrático:
-
La comida comienza al cocinar. Es sano y divertido incentivar a los
chicos para que ayuden a preparar comida, dado que les gusta imitar a
los mayores, que son sus modelos.
- Es esencial no focalizar en
los modales sino en los hábitos nutricionales saludables. Ya habrá
tiempo enseñarles protocolo y ceremonial.
- Conviene ofrecer menúes variados, pero no incluir más de tres alimentos por vez en los platos de los niños pequeños.
-
Mantener cierta regularidad en la estructura de las comidas (horarios,
lugares) aporta pautas culturales a los hijos y los prepara para la vida
social.
- Se puede lograr que los alimentos rechazados se
conviertan en preferidos ofreciéndolos de manera habitual en fiestas,
momentos especiales o en contextos emocionales positivos. Luego, los
chicos aprenderán a preferirlos por asociación. Si cuando un niño prueba
y acepta un alimento nuevo los mayores lo felicitan ese alimento
quedará reforzado y, con las repeticiones, se habrá aprendido a
preferirlo. Los niños aprenden a comer los alimentos disponibles.
Comenzar a introducir gradualmente nuevos alimentos les permitirá una
transición adecuada a la alimentación de los adultos.
- Para
comenzar a modificar la conducta de los chicos inapetentes o muy
selectivos, los padres deben acordar una estrategia consistente. Dado
que toda conducta exitosa se refuerza, si un chico logró atención por no
comer, seguirá absteniéndose de los alimentos. Frente al inapetente,
indiferencia, Ignorar las conductas negativas para que se extingan. El
niño comerá cuando comprenda que no se le ofrece reemplazo, ni durante
ni entre las comidas.
- Se debe preparar una única comida para
todos. Si un chico rechaza determinado alimento, no debe ser forzado,
pero tampoco es conveniente ofrecerle otra comida. Brindarle
alternativas solo agravará el problema. Ningún niño sano se desnutrirá
por saltear una cena.
- Los mayores deben ofrecer a los niños
alimentos variados, repetidas veces. Se requieren más de diez
exposiciones de cada alimento nuevo para aprender a preferirlo. Que los
chicos coman de todo sólo depende de la paciencia y vocación de sus
padres.
-Es crucial respetar la habilidad natural de los chicos
para controlar su porción. Los padres no deben ser intrusivos ni
controladores.
- No conviene restringir exageradamente a los niños
el acceso a las comidas ricas, pues los alimentos prohibidos se vuelven
más atractivos. Siempre que los alimentos nutritivos sean presentados
como medio para conseguir golosinas o postres, los chicos los preferirán
cada vez más. Para minimizar el “efecto postre” se puede ofrecer lo
dulce por medio de una secuencia temporal específica y un discurso
adecuado. Por ejemplo: “almorzamos, y luego de descansar o jugar comemos
el postre” en lugar de “si no comés, no hay postre”.
- Si un
chico se atraganta y sufre un ahogo con algún alimento, lo rechazará y
desarrollará aversión por ese producto. Para superar ese reforzamiento
negativo se deberá ofrecer aquel alimento con cuidado y respeto en
repetidas ocasiones en pequeñas porciones.
(*) La doctora Mónica
Katz es médica especialista en nutrición. Actualmente se desempeña como
coordinadora del Grupo de Trabajo de Obesidad en la Sociedad Argentina
de Nutrición, y dirige la carrera Medico Especialista en Nutrición con
Orientación en Obesidad y numerosos cursos de posgrado en la Universidad
Favaloro. Hace un mes presentó su nuevo libro "Somos lo que comemos,
verdades y mentiras de la alimentación", de editorial Aguilar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario