La compensación de problemas emocionales y las dietas restrictivas son algunas de las causas de los atracones, conducta riesgosa para la salud física y psíquica. Hoy, el tratamiento recomendado es psiconutricional.
Por: Marian Durao
Cada vez más personas padecen en relación al comer y a su imagen
corporal, y este malestar no se encuentra reflejado en el campo de los
trastornos alimentarios como la anorexia y la bulimia.
foto: gettyimages.com |
En el
transcurso de los últimos años, ha ido creciendo la demanda de un cuadro
que presenta ciertas características y que se conoce con el nombre de
Binge eating o Trastorno por atracón.
La sensación de
frustación que produce la pérdida de dominio en la ingesta se refleja en
frases como las siguientes: “Cuando estoy frente a la heladera no puedo
parar de comer todo lo que encuentro”, “Cuando empiezo, hasta que no
termine de comer todo el paquete no paro”, “Es como si la comida me
dominase a mi”, “Si algo me salió mal, voy directamente a comer todo lo
que encuentro” y “Siento que estoy fuera de control”.
No todas
las personas que comen demasiado en algunas ocasiones padecen este
trastorno.
Para poder diferenciarlo, debemos reconocer algunos de los
siguientes aspectos:
- Ingesta de grandes cantidades de comida, aun sin hambre real. La ingesta es impulsiva y descontrolada.
- Comer mucho más rápido que lo normal y hasta estar incómodamente llenos.
- Sensaciones de pérdida de control: no poder parar de comer, no controlar lo que se come ni cuánto se come.
- Comer a solas por la vergüenza que genera la cantidad de comida ingerida y la voracidad con que se la ingiere.
- Sentir malestar, enojo, autodesprecio o culpa después de un atracón.
- Cambios frecuentes de peso.
-
No hay conductas compensatorias (vómitos autoinducidos, ejercicio
intenso, etc.), pero sí una gran preocupación por estar delgados.
- Baja autoestima, sensación de ineficacia, soledad y vacío.
Ante todo, es importante tener un diagnóstico claro. Hay “atracones objetivos” y “atracones subjetivos”.
Ante todo, es importante tener un diagnóstico claro. Hay “atracones objetivos” y “atracones subjetivos”.
Los primeros se caracterizan porque la persona ingiere una cantidad de
comida superior a la que la mayoría de las personas ingerirían en un
período similar.
Hay pacientes que han relatado ingerir entre
15.000 a 20.000 calorías de una vez. En los “atracones subjetivos”, las
personas no comen realmente en exceso pero tienen la sensación de haber
perdido el control de su ingesta, con la consecuente presencia de
sentimientos de culpa, vergüenza y desprecio a ellas mismas. Hay
diferencias en el tratamiento según el tipo de atracón.
Hoy está
demostrado científicamente que el tratamiento de este tipo de disfunción
del comer es recomendable que esté a cargo de un equipo
interdisciplinario de profesionales, ya que el componente psicológico
tiene un peso muy importante, y frecuentemente el Trastono por Atracón
se asocia a trastornos emocionales.
Es importante que el paciente pueda establecer el cambio alimentario a través de un razonamiento cognitivo.
La
sobrevaloración de la delgadez y el control de la ingesta hace que
algunas personas se somentan a dietas estrictas que son precursoras de
los atracones.
Los atracones se asocian especialmente a momentos
de hambre y excesiva restricción. Si el paciente puede entender cómo se
"arma" la situación del atracón es probable que pueda comenzar a
desarrollar conductas alternativas más saludables.
Dietantes crónicos
Las
personas que padecen este trastorno no presentan conductas
compensatorias como vomitar, tomar laxantes, etc., como sucede en la
anorexia subtipo purgativo o en la bulimia nerviosa, pero sí realizan
reiterados intentos de dietas restrictivas.
Está demostrada la
relación entre la restricción y la presencia de atracones. Estos
desórdenes y la angustia de producen dan lugar a que el "reordenamiento"
sea cada vez más difícil y la persona tienda a convertirse en dietante
crónico.
Es importante poder discriminar entre la real necesidad
fisiológica de comida y el comer más ligado a lo emocional. Muchas
personas recurren a la comida como una manera de enfrentar y lidiar con
emociones negativas y, a veces, también con emociones positivas, como
por ejemplo, comer por estar muy contento o eufórico. Identificar y
registrar ante cuáles situaciones, emociones o personas se desencadenan
los atracones es el primer paso para desarrollar una relación más
amigable con la comida.
Dos veces más veloces
Un
dato a tener en cuenta es que las personas que suelen tener atracones
comen al menos dos veces más rápido que quiebes no los padecen.
Durante
un episodio de atracón apenas se mastica, se toma mucho líquido para
ayudar a tragar los bocados, lo cual contribuye a la sensación de
hinchazón, tan característica de una atracón.
Es importante que
el paciente pueda trabajar desde el abordaje psicológico la ansiedad, el
estrés, el aburrimiento o la depresión que pueden desencadenar un
episodio de atracón, así como sus consecuencias, reflejadas en
sentimientos de culpa, enojo y vergüenza.
No olvidemos que,
desde el punto de vista de la salud, los atracones aumentan el riesgo de
hipertensión arterial, colesterol alto, afecciones cardíacas y diabetes
mellitus tipo II, entre otros.
Desde lo psicológico, los
sentimientos negativos hacia sí mismo se reflejan en patrones de
aislamiento y baja autoestima, con consecuencias en todas las áreas de
funcionamiento de la persona.
Existen tratamientos
psiconutricionales de probada eficacia que trabajan con intervenciones
destinadas a la modificación de conductas y creencias que aumentan la
sensación de descontrol y desregulación emocional y que generan tanto
malestar en quienes padecen este trastorno.
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