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viernes

La alimentación en la diabetes

La diabetes es una enfermedad que dificulta la utilización correcta de la energía contenida en los alimentos, en especial de los azúcares.
Foto: www.gettyimages.com
En las personas con diabetes el páncreas tiene dificultades para generar la hormona llamada insulina, que participa en el aprovechamiento de los nutrientes.
Cuando los alimentos se digieren, una parte se transforma en glucosa -la fuente más importante de energía-, que entra al torrente sanguíneo. Normalmente, la insulina producida por el páncreas permite que la glucosa penetre en las células y así pueda usarse como combustible.
La insulina tiene una acción reguladora: cuando en la sangre hay demasiada glucosa, la insulina envía el excedente a los músculos y al hígado, donde se almacena; en cambio, cuando la glucosa es insuficiente, se activan mecanismos para que el hígado suministre una cuota extra de azúcar.
Cuando el páncreas no genera suficiente cantidad de insulina, o cuando el organismo aprovecha mal la insulina circulante, o bien se dan ambas situaciones a la vez, se acumula una excesiva cantidad de glucosa o azúcar en la sangre (hiperglucemia), lo que caracteriza la diabetes.
  
Tipos de diabetes

Hay dos tipos principales de diabetes: la tipo 1 ó insulinodependiente, en la que el páncreas no produce insulina, y  la diabetes tipo 2 ó no insulino dependiente, en la que la insulina no actúa correctamente o se produce una cantidad insuficiente de insulina. El 90 por ciento de los diabéticos padece la llamada diabetes tipo 2.

La diabetes tipo 1 ocurre durante la infancia y no puede prevenirse, a diferencia de la diabetes tipo 2, que puede prevenirse o retrasarse mediante una buena alimentación y mayores niveles de actividad física.
Ambas son enfermedades crónicas  (hasta el momento no tienen cura).

La diabetes gestacional, se presenta durante el embarazo, y requiere de un preciso seguimiento del equipo médico tratante para prevenir complicaciones.

Tratamiento
La diabetes tipo 1 requiere de la administración diaria de insulina.
Requiere además de un adecuado asesoramiento y contención del equipo tratante, tanto del paciente como del grupo familiar, para realizar los cambios necesarios, reconocer síntomas y signos y favorecer la adherencia al tratamiento.
La mayoría de los casos de diabetes tipo 2 pueden ser manejados a través de un plan de alimentación equilibrado que permita mantener un peso adecuado, y un programa de ejercicio físico apropiado. En algunos casos el médico puede indicar hipoglucemiantes orales y, a veces, inyecciones de insulina para situaciones como embarazo, intervenciones quirúrgicas e infecciones, entre otras.

Diagnóstico

La diabetes se diagnostica a partir de los niveles de glucosa en la sangre. Para ello pueden utilizarse distintos análisis, entre ellos, la prueba de glucosa en ayunas, la prueba en cualquier momento del día o la prueba de tolerancia a la glucosa.
Síntomas
  • Fatiga y debilidad
  • Pérdida de peso sin explicación
  • Sed intensa
  • Aumento del apetito
  • Orina frecuente
  • Problemas de visión
  • Cicatrización lenta de las heridas
  • Piel seca, picazón
  • Infecciones en la piel, encías, aparato genital o urinario
  • Calambres, dolores en las piernas
  • Impotencia en el hombre y falta de lubricación vaginal en la mujer.
Recomendaciones dietéticas
  • Elegir alimentos de baja carga glucémica
  • Aumentar el consumo de fibra 
  • Seleccionar lácteos descremados
  • Realizar las comidas en horarios regulares
  • Evitar el consumo de alimentos altamente procesados
  • Realizar una alimentación variada  
  • Disminuir el consumo de sal 
  • Evitar el consumo de azúcar y productos que la contengan (golosinas, postres, helados, etc.)
  • Moderar el consumo de alcohol (y en caso de consumirlo, realizarlo acompañado de una ingesta)
  • Utilizar el aceite siempre en crudo (evitar las frituras y salteados)
  • Disminuir el consumo de grasas saturadas.
  • Respetar el tamaño de las porciones
Prevención de las complicaciones

Es importante realizar los controles médicos regulares, realizando los chequeos correspondientes,  realizando en el hogar las mediciones de los niveles de glucemia (en caso de que estén indicados por el equipo tratante), 
realizar actividad física regular para mantener un peso saludable y buenos níveles de lípidos en sangre (colesterol y triglicéridos).

    Es fundamental realizar una consulta con un nutricionista para adaptar las recomendaciones a cada caso.



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